lunes

Forget but not forgive.

La felicidad es un imposible. Para mí, al menos. ¿Si la máxima a la que supone que todo el mundo quiere llegar es, partiendo de la base, inalcanzable, que me queda? Si la pregunta me la dirijo a mi misma entonces respondo que me quedaría libertad y paz interior, al mismo tiempo. Durante toda mi vida probablemente me haya podido considerar libre, una libertad que conllevaba al mismo tiempo un sentimiento de profunda incomprensión y por ende, de cierta soledad. Ambos sentimientos me impedían estar en paz conmigo misma.
Entonces descubrí el oasis que me ha permitido alcanzar mis dos máximas vitales. Por primera vez en mi vida he sentido lo que es estar en paz con mi mente. Y como es demasiado bueno para ser cierto, supongo que me pongo zancadillas a la mínima. Mi mente es un animal curioso. Alguien me dijo una vez que puedo ser agradable y compresiva con todo el mundo excepto conmigo. Que me hago bullying. Y yo me reí, aunque es bastante cierto. Me es muy difícil perdonarme.